Comentario EvAU: KUROS DE ANAVYSSOS.
La obra que paso a comentar es
una escultura exenta, tallada en mármol -mediante cincel y puntero- y
pulimentada, característica de la escultura griega de época arcaica, que se
desarrolla desde mediados del siglo VII y durante todo el siglo VI aC. En
concreto se trata del Kuros de Anavyssos, denominado así por haber sido
encontrado en esta pequeña población costera del Ática, no lejos del mítico
cabo Sunión.
Representa a un joven atleta desnudo,
de tamaño ligeramente superior al natural. A pesar de tratarse de un bulto
redondo, está concebida como una escultura de marcada frontalidad, simetría y
carácter cerrado: la cabeza erguida y los brazos que tienden a pegarse al
cuerpo con los puños cerrados mientras avanza ligeramente la pierna izquierda
para transmitir una tenue sensación de movimiento. Como corresponde a la
estatuaria de este periodo, la figura humana se construye mediante volúmenes
geometrizados (triángulos invertidos) y tópicos de representación estereotipados:
el pelo trenzado que cae sobre la espalda, los ojos almendrados, los pómulos prominentes, la sonrisa
enigmática…, que confieren a la imagen un aspecto hierático y solemne heredado
del mundo egipcio. No obstante, el modelado de la anatomía, los pliegues inguinales
o el tratamiento de las rodillas evidencian un notable estudio del cuerpo
masculino y una aproximación a la estética del naturalismo idealizado.
La obra pertenece al género de los
Kuroi, una tipología escultórica típicamente arcaica que representa a jóvenes
atletas de extracción aristocrática en el esplendor de su juventud y de sus
vidas. En la mayor parte de los casos se trata de expresiones arquetípicas de
varonía -de ahí la inconcreción de sus rostros- que cumplían las más variadas funciones: representación de
divinidades o ídolos locales, exvotos, victorias, funerarias… Este último parece
ser el caso de la que nos ocupa, en honor del joven Kroisos o Creso, muerto en
el campo de batalla según reza una inscripción en la base. No obstante, su referencia a un personaje concreto mantiene vivo el debate sobre la posibilidad de que algunos de ellos carezcan de ese sentido genérico y se refieran a hombres específicos.
Este tipo de estatuas fue evolucionando con el tiempo desde las de grandes dimensiones y rasgos muy acusados (como por ejemplo la pareja de Cleobis y Bitón del museo de Delfos), hacia medidas más próximas al natural y una mayor delicadeza en el tratamiento de las anatomías y la musculatura (como la que nos ocupa). Dicha evolución culminaría en el periodo clásico con un nuevo concepto estético aplicado a las imágenes de atletas, caracterizadas ahora por la proporción y el equilibrio de sus emociones y cuyo resultado contemplamos en las obras de Mirón o Policleto. Los Kuroi tuvieron su opuesto en las representaciones de Korai, símbolos de feminidad, de menor tamaño y siempre vestidas.
Este tipo de estatuas fue evolucionando con el tiempo desde las de grandes dimensiones y rasgos muy acusados (como por ejemplo la pareja de Cleobis y Bitón del museo de Delfos), hacia medidas más próximas al natural y una mayor delicadeza en el tratamiento de las anatomías y la musculatura (como la que nos ocupa). Dicha evolución culminaría en el periodo clásico con un nuevo concepto estético aplicado a las imágenes de atletas, caracterizadas ahora por la proporción y el equilibrio de sus emociones y cuyo resultado contemplamos en las obras de Mirón o Policleto. Los Kuroi tuvieron su opuesto en las representaciones de Korai, símbolos de feminidad, de menor tamaño y siempre vestidas.
El Kuros de Anavyssos fue
ejecutado hacia los años 530/525aC. por un autor desconocido. En la actualidad
se conserva en el Museo Arqueológico Nacional de Atenas.
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