Unidad 5. EL ARTE EN LA PLENA EDAD MEDIA: EL ROMÁNICO.




Consideraciones generales (leed con mucha atención).

El término románico fue empleado por primera vez en el siglo XVIII en el contexto del debate acerca de las raíces de las lenguas europeas, pretextando que éstas no derivaban directamente del latín sino de una interpretación popular del mismo: la lengua románica. Poco después, se utilizó el concepto romanesco para aplicarlo a un arte que presentaba evidentes relaciones espaciotemporales con la citada lengua.A principios del XIX el escritor Adrien Gerville utilizaría también el término románico con un sentido artístico, desligado de las connotaciones lingüísticas, para designar la arquitectura erigida entre la caída del Imperio romano occidental en 476 y el origen del gótico en el siglo XII, fruto de la degeneración y la barbarie de la Alta Edad Media. Habría que esperar a 1851 para que J. Quicherat le exonerase del tono peyorativo aludiendo al estilo románico no como un arte decadente, sino como la expresión plástica de una variada relación de distintas influencias artísticas concretadas en torno al año 1000.

Al margen de los debates sobre el concepto de arte románico, en la actualidad tiende a reducirse su acepción a las manifestaciones artísticas surgidas en Europa desde mediados del siglo XI y durante el siglo XII, al hilo del nuevo espíritu y las nuevas circunstancias socioeconómicas y políticas del continente aparecidas tras el año mil.Desde el punto de vista ideológico el origen de este nuevo estilo respondería a dos premisas esenciales:
a) El nuevo espíritu religioso derivado de la reforma cluniacense y animado por fenómenos como las cruzadas y las peregrinaciones. Y
b) Las nuevas condiciones históricas generadas por una estabilidad política de base feudal, un cierto desarrollo económico y el triunfo de la autoridad papal sobre las terrenales,

Como aspectos esenciales estarían el de ser el primer estilo internacional europeo, el de conformarse como síntesis de los estilos precedentes (el prerrománico e influencias orientales y bizantinas) y el de tener una concreción inicial en el denominado estilo románico lombardo-catalán desde fines del siglo X. La historiografía del arte actual tiende a distinguir una secuencia evolutiva en la definición y desarrollo del románico: el primer románico, denominado tradicionalmente lombardo, que aludiría fundamentalmente a las experiencias arquitectónicas que anticipan la teoría espacial del estilo; el románico pleno, referido a un conjunto de características que se concretan en todas las artes y generaliza su extensión por casi toda Europa; y el tardorrománico, que discurre paralelo al origen del gótico en algunas zonas y resulta de un lenguaje artístico de transición al nuevo estilo.Esta evolución nos sitúa en el problema de la dificultad de estudiar un arte verdaderamente complejo en lo estético y lo cronológico. De hecho, la pluralidad de formas y expresiones que recoge ha llevado a algunos historiadores en los últimos años a plantearse la necesidad de revisar la nomenclatura e incluso la propia teoría sobre el románico.


CARACTERÍSTICAS GENERALES DE LA ARQUITECTURA ROMÁNICA.

El románico no aportó ningún elemento constructivo original: el arco de medio punto, la bóveda de cañón y la de arista, el pilar, la columna, los sistemas de contrafuerte, etc., fueron elementos originarios de la arquitectura romana o adoptados por ésta de la de Oriente Medio, que posteriormente aparecieron en ensayos aislados en muchos ejemplos prerrománicos de los siglos VIII al X. Sin embargo, sí hubo una preocupación nueva en los arquitectos del siglo XI con respecto a sus predecesores: conseguir que las construcciones tuviesen una mayor armonía, grandiosidad y solidez, al tiempo que dotarlas de una mayor espiritualidad. La iglesia y el monasterio se convirtieron en los edificios más emblemáticos del estilo.
Este objetivo, constructivo y simbólico al tiempo, repercutió en el sistema de cubrición, al sustituirse con frecuencia las techumbres de madera por la combinación de bóvedas de piedra sobre gruesos muros y pilares con columnas adosadas (cuyos capiteles servían para recrear paraísos o introducir a los fieles en la temática bíblica). Por ello, el primer rasgo que caracteriza la arquitectura románica es el predominio del muro sobre el vano. Las pequeñas y escasas ventanas de los templos creaban unos interiores de luz tenue que incitaban al recogimiento espiritual. Estas iglesias abovedadas de gruesos muros de sillares de piedra responden, en general, a unas características bastante uniformes:

La planta es casi siempre basilical, según un esquema de cruz latina, inscrita o no, de varias naves longitudinales, más ancha y alta la central para abrir vanos de iluminación o situar tribunas. Las naves se separan de la cabecera por un transepto, una nave transversal al eje de la iglesia que puede seguir también un esquema basilical. Cuenta en la cabecera con uno o varios ábsides semicirculares en correspondencia con el número de naves. En algunos casos, las naves laterales rodean el altar, formando un deambulatorio al cual pueden abrirse pequeñas capillas radiales o absidiolos, que a veces se trasladan también al muro oriental del transepto.
La cubierta predominante es la bóveda de cañón, sobre todo en la nave central, que se refuerza con arcos fajones (perpiaños) sobre los pilares. Las naves laterales suelen cubrirse con bóvedas de arista, mientras el crucero (entrecruzamiento entre la naves central y el transepto) se destaca con una cúpula sobre trompas – y, en menor medida, sobre pechinas- que suele traducirse al exterior en una torre o cimborrio, contrastando con los campanarios de fachada.
El soporte principal es el pilar. En ocasiones se alterna con columnas o bien éstas se adosan a aquellos, sin ningún criterio proporcional, con el fin de enlazar el apoyo de los arcos: formeros (paralelos al eje del templo) o perpiaños (transversales). Los contrafuertes adosados al muro exterior se encargan de equilibrar los empujes de las bóvedas.En realidad, las construcciones románicas seguían las premisas agustinas del arte paleocristiano. Los edificios debían basarse en una proporción racional de sus partes y la iglesia se concebía como un camino de salvación dotado de un enorme simbolismo moralizante, al que contribuían también las decoraciones escultóricas y pictóricas. Se trataba pues de una conjunción nueva de ideas y de elementos arquitectónicos ya conocidos, que fueron ensayados durante el prerrománico y que ahora se presentan con gran conexión, consiguiendo una unidad espacial interior y una volumetría exterior absolutamente novedosas.

El esplendor de los monasterios.

Entre las órdenes monásticas, fueron los benedictinos quienes tuvieron mayor protagonismo en el desarrollo de la arquitectura románica al establecer un prototipo de iglesia y codificar definitivamente la tipología del monasterio (iniciada en época carolingia en la abadía de Saint Gall).La preponderancia de esta orden se remonta al siglo X, a raíz de la donación a la misma, por parte del duque de Aquitania, de un extenso territorio en Borgoña libre de impuestos y control laicos. Allí surgió el monasterio de Cluny que tras varias fases constructivas alcanza su modelo más significativo en la tercera, proyectada hacia 1085: iglesia de cinco naves precedida de pórtico, dos cruceros con capillas adosadas y deambulatorio con capillas radiales. La multiplicación de los altares responde a las propias necesidades litúrgicas dentro del gran movimiento de reforma monástica que imponía a los monjes el silencio, la meditación y el continuo culto a Dios. El alzado de la iglesia disponía de tribunas sobre las naves laterales destinadas a los numerosos fieles y todo el conjunto se abovedaba en piedra, contribuyendo a la solidez del edificio y facilitando las condiciones acústicas del canto gregoriano. En uno de los laterales se adosaba el claustro, en torno al cual se distribuían las dependencias monásticas: refectorio, sala capitular, celdas, etc., configurando un ambiente arquitectónico funcional y autosuficiente.El monasterio se convierte así en una de las manifestaciones claves de la arquitectura románica. Y, dependiendo de la abadía madre de Cluny, estos rasgos se difundieron por toda Europa a través de la fundación de nuevos monasterios como los de Moissac (Francia) o Santo Domingo de Silos (Burgos).

EVOLUCIÓN DE LA ARQUITECTURA ROMÁNICA.

El primer románico.
Los primeros elementos básicos de la arquitectura románica surgen a finales del siglo X en la región de Lombardía (Italia), extendiéndose a otras regiones próximas, principalmente la Cataluña pirenaica.Las características esenciales de esta primera arquitectura románica son las moderadas dimensiones de los edificios, la utilización del muro de sillarejo, sus esbeltos campanarios y la peculiar articulación exterior de los muros, a base de arquerías ciegas y lesenas (bandas lombardas). En Italia, el foco milanés dio como resultado iglesias tan significativas como las de San Ambrosio de Milán; entre los ejemplos catalanes podemos citar las significativas iglesias de Santa María de Ripoll, San Vicente de Cardona y San Pedro de Roda. Las características del estilo proliferaron en iglesias rurales hasta fines del siglo XII, con ejemplos emblemáticos como los de las iglesias de San Clemente y Santa María de Tahull en el Pirineo leridano. En la gestación de la arquitectura románica existieron también otros focos europeos cuyas experiencias sirvieron de transición al estilo, es el caso del arte asturiano español o del arte otoniano alemán; sin embargo, será en la región de Borgoña (Francia) y en torno al monasterio de Cluny donde se concreten los modelos más notables de la arquitectura románica cuya proliferación por Europa coincidirá con la de la propia orden cluniacense: iglesias basilicales de cruz latina, abovedamiento en sustitución de las armaduras de madera, capilla mayor con deambulatorio y abundancia de absidiolos. El importante papel de las peregrinaciones, en concreto a Santiago de Compostela tras el fin del primer milenio contribuirá también al desarrollo y homogeneización del estilo.

El camino de Santiago y las iglesias de peregrinación.

El hallazgo del sepulcro del apóstol en tierras gallegas junto con la consolidación política de los reinos cristianos durante el siglo IX abrieron desde fines de la centuria siguiente la ruta de peregrinación más importante del románico. El itinerario recorría la zona norte de España en una tierra recién repoblada idónea para la fundación de nuevos monasterios e iglesias que asentasen la presencia de los mencionados reinos. Se unían al itinerario hispano cuatro rutas procedentes de diversas regiones francesas, entre ellas Borgoña.Así, a lo largo del Camino se erigió desde el siglo XI un modelo de iglesias –inspirado en Cluny- capaz de albergar grandes multitudes y sorprendentes en su sistematización constructiva: planta de cruz latina (de tres o cinco naves), con transepto muy desarrollado y absidiolos adosados, y un gran deambulatorio para el tránsito de peregrinos y capillas radiales que le sirven de iluminación y diversifican el culto. La tribuna es el elemento esencial de estas fábricas, abriéndose sobre las naves laterales con acceso visual a la central; estaría destinada, probablemente, al albergue de peregrinos y según el viajero de la época, Aymeric Picaud, tendría el significado simbólico del espacio vacío. Las formas constructivas mantienen, por otra parte, los esquemas románicos más característicos: sillería, preponderancia de la superficie mural, uso del pilar, abovedamiento...El ejemplo más antiguo es la iglesia de San Martín de Tours, a las que siguieron las de San Marcial de Limoges, Sante Fe de Conques y San Saturnino de Tolosa, todas en Francia. En 1128 se finalizó la obra más emblemática del modelo y la que da razón de ser a su denominación como iglesias de peregrinación: la catedral de Santiago de Compostela. En la actualidad se discute la aparición del fenómeno como modelo ante las variaciones que presentan algunos de estos templos, entendiéndose más como la solución lógica a unas necesidades similares partiendo de los esquemas prefijados en Cluny III.

La diversidad de la arquitectura románica.

A pesar de la unidad de rasgos que intervienen en la configuración de la arquitectura románica, presenta también numerosas variantes regionales y nacionales, que evidencian al tiempo su generalización por toda Europa y la dificultad de definición del estilo. Precisamente fueron las rutas de peregrinación las que favorecieron el intercambio del mismo pero también la intervención de tradiciones locales en la concreción de las diferentes escuelas.Francia es el país donde se manifiesta más claramente dicha variedad. En Borgoña, la influencia de Cluny se hace presente en una tipología de iglesias majestuosas, cuyo ejemplo más singular es Sta. Magdalena de Vezelay. En el Perigord, el románico se mezcla con influencias bizantinas en iglesias con planta de cruz griega cubiertas por cúpulas como Saint Front de Perigueux. En el Poitou, las pequeñas construcciones enfatizan preferentemente la fachada mediante torrecillas circulares con cubiertas escamadas y una decoración escultórica profusa que cubre la totalidad de la portada (Notre Dame de Poitiers). En el norte, Normandía y Bretaña, las iglesias se elevan en altura, siendo un claro precedente del gótico; ascienden en altura hasta tres pisos, sustituyendo la tribuna por un andito y sobre éste un claristorio de iluminación (San Esteban de Caen). En Provenza, la presencia romana se hace notar a través de la utilización de elementos de tradición clásica: columnas corintias, frontones, fachadas en arco de triunfo, etc. (San Trófimo de Arlés).El románico en Italia también evolucionó atendiendo a tradiciones locales, siendo evidentes las influencias clásica y bizantina. En el norte se mantuvieron las características lombardas junto con el desarrollo de porches columnados y flanqueados por animales como en la catedral de Módena. En Toscana, se desarrolló un estilo muy rico y elocuente, al mantener la tradición paleocristiana de baptisterio, campanile e iglesia independientes y exentos, con cubiertas artesonadas y revestimientos marmóreos a la manera romana, en el que sobresale el conjunto del Duomo de Pisa.Los ejemplos españoles se enmarcan entre la influencia románica del primer románico, las aportaciones francesas procedentes de Cluny a través de la ruta jacobea y la inevitable influencia islámica procedente de Al-Andalus. La catedral de Jaca integra perfectamente estas tres aportaciones, San Martín de Fromista se convierte en el modelo de perfección estilística castellana y San Isidoro de León en la síntesis evolutiva del estilo a lo largo del tiempo. En el siglo XII otras alternativas regionales enriquecen el panorama románico, como las iglesias segovianas con sus pórticos de arquerías al sur (San Millán), las iglesias navarras de planta central (Eunate), las sorianas con fachada decorada (Sto. Domingo) o las leonesas con cúpulas bizantinizantes (catedral de Zamora). Sin embargo, es la catedral de Santiago de Compostela la obra culminante del románico nacional, iniciada en tiempos del obispo Diego Peláez y bajo la dirección de maestros de origen francés (Esteban), presenta soluciones procedentes de otras edificaciones del Camino. Por ultimo, no debemos olvidar la peculiar situación de peninsular durante los siglos XI y XII, y la población musulmana que, en convivencia pacífica, se incorporó a los territorios cristianos. Iglesias de Toledo, Sahagún o Teruel tuvieron una mano de obra musulmana introduciendo nuevos materiales y técnicas sobre una base constructiva románica y después gótica, respondiendo a un modelo estético conocido como arte mudéjar.




LAS ARTES PLÁSTICAS, ESCULTURA Y PINTURA, EN EL ROMÁNICO.

Las características esenciales que definen las artes figurativas del periodo son su finalidad catequética y su relación con lo arquitectónico, especialmente en el caso de la escultura.La primera resulta evidente si partimos de la necesidad de constituir un recordatorio para el pueblo analfabeto y peregrino acerca de las creencias cristianas, la obligatoriedad de la penitencia y los peligros del mundo. Responde, por tanto, a la imposición teológica de una serie de directrices dogmáticas y a una iconografía esencialmente escatológica (creencia de ultratumba).
A falta de una tradición definida, los artistas realizarán una labor de síntesis de las más variadas formas y procedencias: orientales, árabes, bizantinas, europeas..., gracias a la movilidad de las personas y de las influencias del momento.Si el artista se sometió a unas normas ideológicas, también tuvo que hacerlo a los límites que permitía la arquitectura. La ley del marco le obligó a deformar las figuras para acoplarlas al tímpano semicircular de las fachadas o a las características de los capiteles, que como vimos se convierten en elementos esenciales de la simbología de los edificios románicos. Tuvo pues que aprovechar al máximo el espacio e invadirlo todo con su talla (horror vacui), prescindiendo de la belleza formal en aras al mensaje que debían proyectar los relieves. La talla y el modelado suelen ser toscos, con una fuerte carga de hieratismo y frontalidad. La composiciones carecen de perspectiva y no existe una lógica espacial.
En definitiva se trata de representaciones ajenas a la realidad pero cargadas de emotividad; imágenes tópicas y estereotipadas que no debemos entender como el fruto de una ausencia de técnica, sino de su propia concepción y funcionalidad: el cometido del escultor es evocar las verdades de la fe, no representarlas. En este sentido, estamos un arte conceptual y expresivo, que sin renunciar al naturalismo no se preocupa por representar la realidad.
Al final del periodo románico el escultor empieza a liberarse del marco y transmitir dicha libertad a sus obras. La simple caracterización de un rostro da paso a un estudio de los rasgos faciales y el tratamiento de la figura comienza a adquirir valores táctiles, como observamos en el Pórtico de la Gloria de la catedral de Santiago, obra del maestro Mateo en la transición al gótico.
Arquitectura y escultura se mezclan para construir el escenario ideal agustino: El Camino de Salvación, jerarquizando a lo largo del mismo la presencia de los distintos personajes bíblicos: Cristo, la Virgen, el tetramorfos, los apóstoles, los santos... Por ello los temas más usuales son el Juicio Final, Cristo en majestad (Pantocrátor) o la Virgen entronada. También abundan las vidas de santos, escenas de las escrituras o de los evangelios apócrifos e incluso temática profana y maligna –al exterior de los templos- que contribuyen a crear el escenario temible y mágico de la salvación que el fiel debe conocer.
La escultura exenta es mucho más reducida y se concreta en objetos de uso personal –asociada a los grandes personajes políticos o religiosos- o litúrgico. Cristo Crucificado y la Virgen Trono son los temas más representados en relación con la superación de la muerte y la salvación, y como sedes sapientiaes respectivamente. Casi siempre se trataba de esculturas talladas en madera y policromadas con vivos colores que junto con sus actitudes hieráticas y formalistas aluden a una cierta influencia bizantinizante.
Muchos de los caracteres de la escultura son aplicables a la pintura románica, que decoró frontales de tabla y, sobre todo, los grandes muros, bóvedas y ábsides de las iglesias de la época. Es una pintura al fresco, realizada al temple, de gran cromatismo, de colores planos y vivos, con una clara tendencia a perfilar con trazo oscuro y grueso los contornos; carente de profundidad y perspectiva, pero de una gran expresividad que recuerda con frecuencia al arte de la miniatura.Al igual que en la escultura, los temas preferidos son el Pantocrátor, de clara inspiración bizantina, o la Virgen Trono, fruto de la consideración de la divinidad mariana frente a algunas elegías milenaristas. En ocasiones, se introducen también escenas cotidianas, donde el paisaje o los elementos naturales contribuyen a la creación de ambientes.En España, en pintura mural se distinguen dos estilos diferenciados: el catalán, de influencia italobizantina y fuerte carga simbólica (San Clemente de Tahull), y el castellano, en relación con el Camino de Santiago, emparentado con lo francés y más cercano a lo cotidiano (San Isidoro de León).En menor medida se pintan frontales de altar y retablos, ejecutados con técnica de temple sobre tabla. Destacan en ellos los temas hagiográficos, de características similares a la pintura mural.


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