Retablo del Jardín de las delicias. El Bosco. Museo del Prado.


 La Obra de esta semana se trata de un retablo, en concreto de un tríptico, titulado "El Jardín de las Delicias" pintado por el pintor holandés Hyeronimus Bosch conocido con el sobrenombre de "el Bosco" a comienzos del siglo XVI.
Como ya hemos comentado se trata de un tríptico de madera pintado al óleo, técnica introducida y generalizada por los pintores denominados "primitivos flamencos".
Se trata de una Obra con una gran carga simbólica. Si observamos la tabla cerrada aparece representada la creación del mundo de manera que aparece la tierra dentro de una esfera de cristal. En su interior, una vez abierto el tríptico, cada tabla representa un tema: "la creación de Adán y Eva" (tabla de la izquierda), "el Jardín de las delicias" (tabla central) y "El infierno" (tabla de la derecha). Por lo tanto, aunque cada tabla refleja una temática diferenciada, todas giran e torno a la aparición del pecado en el mundo, la naturaleza de los pecados relacionados con los placeres terrenales y la consecuencias que el disfrute de estos conlleva con los castigos del infierno.
En la tabla de la izquierda, como hemos comentado se representa el último día de la creación, cuando Dios decide crear primero al hombre y, acto seguido, a la mujer. En esta obra resaltan los colores brillantes, azules y verdes. y en un entorno idílico, de formas rocosas caprichosas, el pintor representa animales, unos y otros fantásticos. La idílica imagen de paz del paraíso, que en un principio podemos observar, se interrumpe cuando, contemplando con mayor atención, observamos a un león devorando un ciervo o un leopardo con un ratón en la boca.Estos elementos perturbadores de la paz paradisiaca anuncian la presencia acechante del pecado. En el estanque central aparece la fuente de la vida, representada con una forma entre orgánica y mineral, por uno de cuyos orificios aparece una lechuza, símbolo del mal. Probablemente este elemento tenga connotaciones sexuales y fálicas anunciando los placeres de la carne desarrollados en la segunda tabla. A la derecha del estanque aparece una roca con forma de rostro humano, el rostro del diablo, de la que sale una serpiente para enroscarse en el árbol de la Ciencia del Bien y del Mal, desde donde tentará a Eva.
En la tabla central , la que da título al conjunto de la obra, aparece un paisaje en el que el pecado ha triunfado y multitud de seres humanos, hombres y mujeres sin distinción de su condición social o raza, sucumben a los placeres de la carne. La lujuria parece haberse adueñado de todos y se muestran todo tipo de relaciones sexuales. Así en la parte inferior aparecen numerosos desnudos en grupos o parejas aparecen en actitudes sexuales acompañados de moluscos, conchas así como de frutos rojos (cerezas, frambuesas, fresas) como metáforas de la fugacidad de los placeres sexuales. Igualmente aparecen pájaros gigantes en los que hay que ver connotaciones sexuales como símbolos del deseo sexual. Algunas de estas parejas aparecen dentro de conchas o pompas de cristal que aluden a la capacidad del pecado para atrapar a la persona. En el centro aparece un estanque circular recorrido por un cortejo de jinetes desnudos sobre animales, reales y fantásticos. El estanque podría representar la fuente de la eterna juventud o el estanque del adulterio en el que bañan sus cuerpos mujeres desnudas con tocados de cuervos y pavos, símbolos de la incredulidad y de la vanidad respectivamente. Detrás aparece un estanque en el que convergen cuatro ríos en alusión a los ríos del Paraíso. Aparecen construcciones imaginarias.
Por último el panel de la izquierda representa el infierno en el que los pecadores sufren innumerables torturas como consecuencia de los pecados cometidos. En esta tabla, los colores, en consonancia con el tema, se vuelven oscuros predominando los tonos negros, azulados y rojizos. En la parte superior se ve una ciudad en llamas así como las más variadas torturas a las que son sometidas los pecadores. En la parte central aparecen representaciones oníricas, con criaturas extrañas. En la parte central aparece un rostro masculino que se ha interpretado como un autorretrato del pintor, con un disco sobre la cabeza en la que bailan distintos monstruos. Un personaje mostruoso con cabeza de ave devora pecadores a la vez que los defeca en un pozo. finalmente, en el nivel inferior aparecen jugadores de dados y naipes torturados por demonios.
Como vemos son innumerable los personajes y símbolos que llenan esta compleja obra. Sin duda, ésta encierra un mensaje moralizante advirtiendo al hombre de las consecuencias que tiene para el hombre el disfrute de los placeres carnales, que aunque dulces son de breve duración, como los frutos rojos, frente al carácter eterno de las torturas del infierno representada en la tabla anexa. Sin embargo, hay investigadores que han dado un sentido distinto a la Obra pues para ellos la tabla central, en vez de representar los pecados, representaría un estado idílico de un Paraiso de disfrute para el hombre, en el que no existe la vejez ni los trabajos, y que nunca existió como consecuencia del pecado cometido por Eva. No obstante, hay que ver una clara influencia medieval en la obra del Bosco visible tanto en los personajes fantásticos y demoníacos, que enlazan directamente con los bestiarios medievales, como en el recurso a la caricatura y la satira con un fin moralizante.
En esta obra el Bosco da testimonio de un estilo original aunque con raices en la tradición medieval. La pintura del Bosco fue muy valorada por el rey Felipe II por su carácter moralizante lo que hizo que adquiriera algunas de las mejores obras de este autor, hoy día conservadas en el Museo del Prado. Igualmente, los pintores del movimiento surrealista vieron en la Obra del Bosco un precursor del mundo onírico que buscaban en su pintura definiendo su pintura como la del "primer pintor surrealista".

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